Part I of “Driving Home: Surviving the Housing Crisis.” Read this story in English.
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Nota del editor: Mientras informaba esta historia, Yesica Prado era miembro de la comunidad de vehículos de Friends on Wheels.
En respuesta al aumento al uso de vehículos recreativos, automóviles y camionetas como refugio, las ciudades en el Área de la Bahía están promulgando políticas que a veces apoyan, pero a menudo restringen la vida de los residentes sin alojo que han construido su hogar en cuatro ruedas.
En un ejemplo de alto perfil, el Consejo Municipal de Berkeley en Febrero prohibió el estacionamiento nocturno en las calles de la ciudad para vehículos recreativos y caravanas, rompiendo efectivamente una comunidad de habitantes en vehículos que se había formado durante muchos años.
El grupo, que se hace llamar Friends on Wheels (Amigos Sobre Ruedas), una vez representó la más grande asamblea de residentes de vehículos de la ciudad. Se unieron por necesidad, cooperando para apoyarse mutuamente mientras enfrentaban desafíos comunes en las calles. Compartieron recursos y fomentaron un entorno seguro para sus familias, a menudo infringiendo las leyes municipales en el proceso. Las nuevas regulaciones de Berkeley han dispersado a los miembros del grupo en toda la ciudad, donde continúan enfrentando los mismos obstáculos, pero por su cuenta.
En Enero del 2019, el Recuento de un Punto en el Tiempo de Berkeley, un censo de los residentes sin hogar de la ciudad realizado cada dos años, descubrió por primera vez que las personas que vivían en vehículos constituían la mayor parte de la población sin alojo en la ciudad: 29%. En 2019, el censo de personas sin hogar encontró que 161 residentes vivían en vehículos recreativos, en comparación con 59 personas dos años antes, mientras que 157 residentes vivían en camionetas y automóviles, en comparación con 133. La población total de personas sin alojo aumentó en esos dos años a 1,108 de 834.
Un informe de la ciudad en Marzo sugirió que el número real de personas sin hogar podría ser el doble, lo que significa que la población sin vivienda de Berkeley es cerca de 2,000 personas.
En una región donde el costo de vida ha incrementado en la última década, algunos que se encuentran sin vivienda optan por vivir en vehículos. Muchos lo ven como una solución temporal: un refugio asequible o una parada intermedia que esperan los encaminará hacia un hogar estable y permanente.
Formando una comunidad con Amigos en Ruedas
Incluso antes de que la pandemia de COVID-19 se extendiera por la región, haciendo que la vida fuera especialmente peligrosa para miles de personas sin hogar, vivir en un vehículo en calles urbanas en el tráfico traía muchos peligros. Estacionarse demasiado cerca de negocios y residencias aumenta la probabilidad de quejas, llamando la atención del personal de la ciudad y la policía. La amenaza de multas de estacionamiento o ser remolcado está siempre presente.
Eso podría explicar por qué el pequeño puerto de Berkeley, un espacio público remoto en la costa de la Bahía de San Francisco, ha sido durante mucho tiempo un refugio para los habitantes en vehículos. El tráfico peatonal es escaso y el estacionamiento es amplio. El estacionamiento nocturno está prohibido, pero la aplicación de esta regla ha sido laxa.
“Antes de venir al puerto de Berkeley, estábamos manejando los alrededores buscando estacionamiento en una calle diferente todas las noches,” dijo Jennifer Ransbottom, miembro de Friends on Wheels que vive con su esposo y sus tres hijos en un vehículo recreativo.
“Siempre tenías que ser estratégico en el lugar donde nos estacionamos,” dijo. “¿Es una calle con tráfico? ¿Alguien podría esquivarnos o toparse con nosotros? ¿La policía se va a en chilar mientras estamos aquí? ¿Podemos hacer funcionar nuestro generador?”
La reclusión del puerto proporcionó seguridad, pero también desafíos. Hay pocas opciones a poca distancia para obtener alimentos saludables y económicos, y una escasez de contenedores de basura para aquellos que prefieren buscar las sobras.
A principios del 2018, algunos de los habitantes en vehículos del puerto comenzaron a compartir alimentos. Los propietarios de vehículos recreativos con refrigeradores en funcionamiento almacenaban comida para otros, por lo que se mantendría más tiempo y les ahorraría dinero. La gente también compartía raciones del banco local de alimentos que estaba en las calles de Sacramento y Cedar.
De esta colaboración informal, la comunidad Friends on Wheels se unió. En su apogeo, el grupo estaba formado por más de 50 personas que vivían en más de 30 vehículos. Se enseñaron mutuamente habilidades para sobrevivir en las calles, como la instalación de paneles solares, arreglar techos de vehículos a prueba de agua, la construcción de lavabos con materiales encontrados y la reparación de bicicletas.
La comunidad estaba compuesta por familias, estudiantes, trabajadores de la economía “gig” y de la industria de servicios. Muchos eran discapacitados y personas mayores, que se habían mudado a vehículos cuando la única otra opción para vivir de forma independiente en las calles era en las carpas. Una multitud de fuerzas los habían desplazado de su vivienda: pérdida de empleos, aumentos de alquileres, ejecuciones hipotecarias, desalojos, muertes en la familia, desastres naturales, costos de colegiatura y enfermedades repentinas.
Fuerza en números
En los primeros días, Friends on Wheels generalmente se reunía a lo largo de Marina Boulevard. Los baños cercanos con duchas resolvieron un problema importante inherente a la vida en la calle: mantener una buena higiene.
Los baños tenían tomas de corriente, por lo que podían desviar la electricidad. Funcionaban con cables de extensión para prender calentadores portátiles y sobrevivir las estaciones más frías en vehículos mal insolados. Esta configuración mantuvo cargadas las baterías, los teléfonos y otros dispositivos esenciales.
Pero quejas sobre el grupo se acumularon. En el Dia de los Caídos del 2018 (Memorial Day), la policía de Berkeley los obligó a salir del puerto. Alrededor de dos docenas de activistas protestaron, algunos con carteles que decían “No Nos Desalojen” y “No Remolquen Mi Casa.”
Mientras la policía procedía con el desalojo, Osha Neumann, un abogado de derechos civiles, le preguntó al teniente Kevin Schofield a dónde podía ir el grupo. Neumann dijo que el oficial respondió: “No es nuestro trabajo saber eso. Pero tienen que irse.”
Tratando de mantenerse unidos, el grupo se mudó al estacionamiento cercano de Hs Lordships, un viejo restaurante que había cerrado, porque pensaban que permanecer dentro de los límites del puerto era más seguro que estacionarse en las bulliciosas calles de la ciudad. Los padres dijeron que no querían que sus hijos vivieran a lo largo de las carreteras.
Ransbottom recordó la extenuante objeción de otro padre de regresar a la red urbana de la ciudad: “Estaba muy firme en su decisión. “No, no quiero vivir en la banqueta con mis hijos.” Pensé: “¿Qué demonios tiene de mal vivir en la banqueta? ¿Qué importa? No tenemos hogar. Pero es mucho más difícil vivir en la banqueta con tus hijos. Compartes tu puerta para entrar con quien elige caminar por esa calle.”
A pesar de que no llegaron allí por elección propia, el estacionamiento del restaurante les dio una capacidad aún mayor para controlar y optimizar su entorno, al menos por un tiempo.
Un idílico verano
En una ventosa noche de verano del 2018, vehículos recreativos, camiones con cajas, camionetas y automóviles se alinearon en un círculo improvisado en el lote de Hs Lordships. Eran justo después de las 11 p.m. y los hijos de Chris Bockover acababan de irse a dormir en su caravana. Afuera, Bockover calentó el motor de su camioneta.
Al salir de la camioneta, Bockover se abrochó el cuello de su camisa blanca y se preparó para otro turno nocturno como gerente de valet estacionamiento en San Francisco.
Mientras se alejaba, habló brevemente con el esposo de Ransbottom, Frank Calloway, quien estaba vigilando las instalaciones. Calloway aseguró a Bockover que los niños estarían a salvo mientras él estaba en el trabajo.
Por seguridad, los miembros de Friends on Wheels se turnaban para vigilar las dos entradas del lote y alertaban a los demás si veían algo relacionado con: posibles ladrones, vándalos, conductores ebrios, nuevos habitantes en vehículos, personal de la ciudad o la policía.
La patrulla comunitaria les dio a los padres una sensación de seguridad, por lo que dejaron que los niños corrieran, jugaran y compartieran sus juguetes en el estacionamiento. Los padres podían ir hacer sus mandados y trabajar en turnos regulares porque los vecinos cuidaban de los niños.
“Estábamos todos en un círculo y teníamos el área de en medio entre los vehículos recreativos para que los niños corrieran y jugaran. Me encantó, todos cuidando de todos,” dijo Ransbottom. “Teníamos una pequeña área donde nos sentábamos y asábamos todas las noches. Fue agradable. Fue mucho más fácil de esa manera.”
Y fue fácil mantener los vehículos en funcionamiento, a menudo un gran desafío para los residentes sin hogar. En Berkeley, es ilegal reparar vehículos en las calles públicas, excepto durante una emergencia, y los infractores pueden ser multados o remolcados. Las mismas reglas se aplicaron en el estacionamiento del restaurante, pero la policía y los oficiales de control de estacionamiento generalmente no daban multas, por lo que las reparaciones de vehículos podían ocurrir en cualquier momento.
Los vecinos en vehículos cocinaban en parrillas al aire libre y comían juntos. Desecharon la basura en contenedores que se quedaban abiertos todo el día. Por las noches, recogían la basura y los materiales reciclables que el viento y los visitantes del parque habían traído al estacionamiento.
Quizás el aspecto más llamativo de la comunidad fue cómo los miembros se organizaron formalmente. Friends on Wheels se inspiró en otro grupo llamado Here / There Community Camp (La Comunidad Ni Aquí / Ni Allá) para elaborar reglas que todos acordaron seguir. Ellos incluyeron:
- Mantenga el área que rodea el vehículo libre de escombros.
- Mantenga un tanque séptico en buen estado de funcionamiento. No tirar desechos humanos o animales en las proximidades.
- Los huéspedes pueden visitar entre las 8 a.m. y las 8 p.m. Hasta siete visitas permitidas por mes.
- No uso de drogas fuera del vehículo.
- No ruidos fuertes entre las 10 p.m. y las 7 a.m.
- No acosar a otros miembros de la comunidad. No hay disputas domésticas ruidosas.
Los infractores de reglas enfrentaron una expulsión temporal o incluso permanente, según lo determinado por consenso. El grupo se reunió semanalmente para resolver disputas y discutir desarrollos políticos que podrían afectarlos. Juntos decidieron a qué reuniones del Consejo Municipal de Berkeley asistir y qué dirían durante el comentario público.
Formar Friends on Wheels elevó la moral entre las personas y las familias que enfrentan tantas otras luchas cotidianas.
“Fue agradable saber que había otras personas en la misma situación,” dijo Ransbottom. “Me hizo sentir segura. No me refiero a salvo de la violencia, ni nada de eso. Solo a salvo de la mierda y la política. Libre de personas señalando con el dedo, ¿sabes?”
Muchos residentes de vehículos dijeron que anteriormente se sentían aislados estacionados en las calles de la ciudad, pero ahora encontraron camaradería en una red de personas para relacionarse y hacer favores. Intercambiaron números de teléfono y amistades de Facebook. La charla y la risa llenaron los espacios entre las casas de los vehículos.
Se aplican las reglas
Pero para mantener este estilo de vida comunitario, Friends on Wheels había sobrepasado las reglas y regulaciones, creando fricciones con las personas que administraban y trabajaban en el pequeño puerto de Berkeley.
Los baños, duchas y enchufes eléctricos que les habían facilitado la vida estaban destinados a personas que almacenaban o vivían en sus barcos. A diferencia de los propietarios de botes, Friends on Wheels no había pagado por el acceso. Una vez que el personal de la costa se dio cuenta de que los habitantes de los vehículos usaban las instalaciones del puerto, comenzaron a dificultarles el acceso a los baños.
Esta tensión comenzó temprano, mientras el grupo todavía estaba estacionado a lo largo de Marina Boulevard. El personal de la costa comenzó a mantener cerrados los baños públicos. Quitaron espejos y cubrieron enchufes eléctricos. Habitantes en vehículos se metían a los baños con duchas mientras otros salían. A veces, simplemente forzaban la puerta y se metían.
El personal también retiró los mangos de las llaves de agua. Se instaló una nueva puerta, que requiere el pago de la entrada, en el estacionamiento trasero. Se requirieron permisos para ingresar o estacionar durante la noche en la mayoría de los lotes del puerto, empujando más residentes de vehículos hacia el bulevar.
Después de que Friends on Wheels se mudara al lote junto a Hs Lordships, que se había ido a la quiebra, la ciudad contrató a First Security Services para patrullar el restaurante vacante y el puerto.
En un memorando al Consejo Municipal de Berkeley, el administrador de la ciudad, Dee Williams-Ridley, informó haber recibido quejas cada vez mayores. “El personal de la ciudad ha sido acosado, seguido y amenazado verbal y físicamente por los campistas,” escribió. “Los habitantes del puerto han reportado múltiples y crecientes números de altercaciones y amenazas” relacionados con el uso de baños y duchas.
Una vez más, la policía escoltó a Friends on Wheels lejos de Marina Boulevard, esta vez para siempre.
Miedo a las multas y remolque
La comunidad se mudó al Distrito de Gilman en West Berkeley, un vecindario lleno de almacenes y lotes comerciales vacíos. Es una parte de la ciudad que también se conoce como un refugio para los residentes sin alojamiento. Pero las nuevas empresas también se estaban mudando a la zona, por lo que Friends on Wheels estaban compitiendo con los residentes y comerciantes de los florecientes jardines de cerveza, las tiendas de servicio de vehículos y los estudios de arte, todos los cuales competían por espacio, incluyendo el estacionamiento.
Una vez más, la gente comenzó a quejarse de Friends on Wheels.
Sus miembros a menudo regresaban a sus vehículos para encontrar avisos de 72 horas para moverse o ser remolcados, o multas por tener el registro del vehículo vencido. Seis vehículos fueron remolcados en un año, y solo un propietario lo recuperó. El resto de los propietarios carecían de registros de vehículos o no podían pagar, de una vez, las tarifas acumuladas llevaron a sus hogares al patio de remolques.
Con tanta visibilidad en un área que no podían monitorear de manera efectiva, los habitantes de vehículos cambiaron drásticamente su comportamiento. Evitaron confrontaciones con extraños y limitaron su tiempo afuera de sus puertas. No más parrilladas juntos. No más reuniones semanales. Esto hizo más difícil compartir información para organizarse políticamente. Los padres mantuvieron a los niños adentro, protegiéndolos del peligro y la posibilidad de ser reportados a los Servicios de Protección Infantil.
Otras cosas básicas ahora también eran difíciles. Sin baños ni duchas, la higiene era un enigma diario. Sin fácil acceso a la electricidad, algunos residentes de vehículos se quedaban en las tiendas de abarrotes, cafeterías y restaurantes para obtener electricidad. Otros confiaron en sus vecinos en vehículos para cargar dispositivos, pasando cables de extensión por la calle de caravana a caravana. La falta de espacio convirtió las tareas diarias en un dilema.
“Es difícil, y estamos caminando uno sobre el otro,” dijo Ransbottom. “Estás cocinando el desayuno, despertando a los niños y vistiéndolos a todos, como, un cuadrado de cinco por cinco. Quiero decir que todos somos familia, pero todos tenemos burbujas personales. Y siento que nuestras burbujas personales se estaban apretando a punto de explotar.”
Debido a que los propietarios de botes y contenedores de basura cercanos los mantenían cerrados, Friends on Wheels tenía pocas opciones para deshacerse de los desechos. Lucharon por mantener el área limpia, en busca de botes de basura abiertos por la noche.
Las reparaciones de vehículos ahora tenían que llevarse a cabo de forma rápida, silenciosa y en plena noche para evitar ser detectados y multados. Los propietarios perdieron el sueño para terminar el trabajo.
Necesitaban agua potable para cocinar y ducharse, que fue desviada de las tuberías de una tienda de abarrotes cercana.
Una comunidad se desvanece
El grupo se mudó al Distrito de Gilman en el verano del 2018, y un año y medio después, su grupo se habían disminuido a 28 personas en aproximadamente 20 vehículos.
En Febrero, la vida cambió fundamentalmente para Friends on Wheels y otros habitantes de vehículos en Berkeley. El Consejo Municipal promulgó regulaciones contra el estacionamiento de vehículos recreativos y caravanas en las calles públicas entre las 2 a.m. y las 5 a.m. La legislación especificaba que el personal de la ciudad debería centrarse en la aplicación de la ley en vecindarios con grandes grupos de vehículos y nombró al Distrito Gilman.
Antes de las restricciones, era legal estacionar un vehículo recreativo en un solo lugar por hasta tres días. Las multas se pueden evitar moviéndose unos pocos pies o estacionándose en el lado opuesto de la calle, posiblemente permaneciendo en la misma cuadra indefinidamente. Ahora eso era ilegal.
La legislación simultáneamente comenzó un programa piloto para permitir que 25 residentes de vehículos recreativos se estacionaran en lotes designados propiedad de la ciudad durante la noche, fuera del horario comercial. Los propietarios de vehículos recreativos tendrían que conducir cada mañana y regresar por la noche. Los participantes del programa podrían estacionarse durante la noche durante tres meses antes de solicitar la renovación de sus permisos para los espacios. La prioridad fue para familias, estudiantes, personas que trabajan en Berkeley y aquellos con direcciones de Berkeley en los últimos 10 años.
En la reunión del consejo, los residentes en vehículos recreativos hicieron preguntas sobre cómo este programa los ayudaría.
“El tercero de cada mes, muchos de nosotros no tenemos dinero,” dijo Merced Domínguez, miembro de Friends on Wheels, durante un comentario público. “Y nos vas a poner allí para estacionarnos, luego tenemos que irnos de la noche a la mañana y regresar al día siguiente. ¿Todos los días? No va a funcionar. Simplemente se suma al trauma de lo que ya estamos pasando.”
Domínguez es pensionista. Residente de Berkeley de toda la vida, en 2014 perdió su casa de 56 años en una ejecución hipotecaria ante el Bank of América. Con pocos ahorros, compró un vehículo recreativo y desde entonces lo ha estacionado en el área cerca de las calles Octava y Harrison.
Mientras Domínguez y otros residentes de vehículos recreativos eran elegibles para estacionarse bajo los criterios de prioridad, no había suficientes espacios para satisfacer la necesidad. Cientos de habitantes de vehículos de Berkeley aún tendrían que vivir en sus vehículos en las calles de la ciudad.
A causa de la nueva legislación, algunos miembros de Friends on Wheels cambiaron sus vehículos recreativos por camionetas indescriptibles que eran demasiado pequeñas para estar sujetas a las nuevas reglas de estacionamiento y con menos probabilidades de llamar la atención. Otros partieron hacia actitudes potencialmente más acogedoras en ciudades vecinas.
En Julio, el personal de la ciudad en Berkeley aún no había comenzado a aplicar las nuevas regulaciones de estacionamiento nocturno porque estaban ocupados respondiendo a una crisis más urgente: COVID-19. Pero el 1 de Julio, la patrulla de estacionamiento empezaron a enforzar las reglas para los parquímetros, los espacios no medidos por tiempo limitado y los vehículos estacionados por más de 72 horas. Una vez más, las casas de vehículos pueden ser remolcadas a pesar de una orden estatal de “refugio en el lugar.”
Inicialmente, muchos residentes sin refugio casi no se vieron afectados por el coronavirus, sin darse cuenta de la amenaza a la salud pública y la ciudad los consideró exentos de las órdenes de refugio en el lugar. ¿Cómo te refugias en el lugar sin refugio?
Para Friends on Wheels, fue solo un trauma más para navegar. Permanecieron en las calles, refugiándose en los únicos lugares disponibles para ellos, dentro de sus vehículos.
“Un hogar no es necesariamente un lugar con cuatro paredes, es donde está tu corazón,” dijo Ransbottom. “Es donde está tu familia.”
Noah Arroyo contribuyó reportaje a esta historia.
Esta historia fue producida en colaboración con CatchLight, una organizacion sin fines de lucro del Área de la Bahía ofreciendo entrenamiento de narración visual a través de su iniciativa CatchLight Local. Como miembro de CatchLight Local trabajando con San Francisco Public Press, Yesica Prado examinó la cultura de vivir en vehiculos en San Francisco y Berkeley. Su trabajo ha sido presentado por el Centro Yerba Buena para las Artes y por la Campaña Artistas contra una #infodemia, cuyo objetivo es mejorar el acceso a la información de salud pública relevante a nivel local. La Iniciativa Local CatchLight está financiada por la Fundación Kresge, el Proyecto GroundTruth, el Proyecto de Periodismo de Facebook, la Fundación Neda Nobari y la Fundación de la Familia Lisa Stone Pritzker.